martes, 23 de julio de 2013

Hoy un boli me hizo llorar.

En mi ciudad hace mucho calor, a veces alcanzamos los 52°C y el clima se convierte en algo insoportable; es seco, como si ardiéramos en el mismísimo infierno y se nos carcomiera la piel con el fuego. Un calor como éste saca de quicio a cualquiera, los conductores pitan desesperados por llegar a su destino, la mayoría no cuenta con aire acondicionado, por eso la desesperación de acelerar el tránsito.
Mi autobús de hoy no traía aire acondicionado y yo, como buen habitante del infierno, iba irritada y acalorada por ésto, sin contar que había esperado una hora para que llegara, una hora a la intemperie con el calor de las 2 de la tarde sumándole que mi trayecto era algo largo, sí, estaba irritada.
El camionero muy campante iba hablando por su teléfono celular. ¡Cómo me molestaba su felicidad! Mientras, todos los pasajeros íbamos embarrados en los asientos, como si nos estuviéramos derritiendo. Entonces el  chofer, feliz, hace una parada y le hace un pedido a un señor que vendía camarones en una hielera, estacionado en la calle y éste le entrega dos  bolsas con bolis. 
¡Muy en ello el cabrón se para a comprar bolis!  ¿Ahora va a vender o qué carajos? ¡Sus estupideces retrasan mi viaje! ¡Cómo si el clima estuviera tan lindo!

El camionero interrumpe mis pensamientos y dice a los pasajeros pasando las bolsas:
"Tomen uno y pásenlos para atrás"
Todos los pasajeros sonreímos con cara de asombro y gratitud.
Y yo... pues por culera!

miércoles, 17 de julio de 2013

Te voy a traer.

Extraño invasor de deseos
evita que mi alma se aflija.

Para qué quiero tus cobijas
si me gustaba quitarme el frío con tu piel.

Cerraré los ojos y pensaré tus caricias
aunque el despertar me reviente la hiel.

¡Sueños para qué carajos los quiero!

Medianoche.


Al borde del llanto
 me reencuentro en un abismo
  ...ven y dame batalla

 Me duele el clítoris con este placer
dolor 
 se apaga con un estallar

Un roce ardiente
    Ven
estoy caliente.

Ángel, mi demonio.

Un ángel mentiroso me encontré
en la calle con numero diez
era engañoso y a sus pies
puse mis ojos sin ver por qué.

Eran sus mentiras
por qué urgar
en las paredes de un lugar
que no debía sino cuidar
el alma en pena de un vagar.

Este Ángel fue
el lago y fuego
sin hincapié
de un alma en duelo.





viernes, 12 de julio de 2013

Añil.

Yo soy mujer de desgracias
pues sin ellas la vida no me sabe.

La felicidad es tan absurda
tan ciega y tan vanal
pasajera y con prisas
me resulta anormal.

Me gustan los llantos
que me ensucian el rostro
que desgarran el alma
que destapan mis venas.

Y la vida fluye, y me embriaga
y el dolor me atiborra
y me siento plena
por ver que estoy viva
por sentir que me rompo
y me vuelvo a pegar 
para volver a romperme
y siempre volver a empezar.