Que sanaría mi dolor
que secaría mis llagas
...y entonces lo comí.
Pero en mi lengua no cesaba el llanto
ni moría el  destino.
Excluíalo de mis antojos, 
asqueroso verde baboso,
pero invadía a todas horas
mi desabrida boca
mis desquiciadas penas.
Malhaya la suerte que hoy me condena
saliva pavloviana nopalera
maldita  la muerte mi congoja no aligera
jardines de tunas me tiñen egena
nadie dijo que quitar las espinas yo debiera.
 
 
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