Estaba sentado en una esquina del bar, solo, las luces apenas iluminaban su mesa y su trago, pero no su cara, apenas divisé su silueta, me habría gustado ser él sentado ahí, observando como Dios a los mortales, parecía que me observara, cómo podía saberlo si sólo miraba su silueta. Cliché holliwoodesco: Yo, la chica soltera que va a divertirse con sus amigos que llevan pareja, la que baila sola con un beat sensacional que no empataba con el son musical.Se sentó fatigada por su cáncer terminal y entonces lo vio apartarse de la mesa arrinconada caminó hacia la luz y su rostro se iluminó, lo vio acercarse en cámara lenta, era jóven, alto, sorprendentemente atractivo y caminó hasta detenerse a su lado para decir -¿quieres bailar?-. Generalmente digo no sé bailar como método de rechazo, porque en teoría sé hacerlo, pero en esa ciudad bailaban diferente y yo no lograba seguir el paso, por lo que contesté coquetamente -no sé bailar- pero a él no le importó, insistió sobre mi advertencia y bailamos, digo, tampoco fui la reina de la pista pero un día antes mis amigos me llevaron a un lugar para tratar de enseñarme; así que esa noche pude fluir con el chico misterioso del bar, hasta que mi cáncer arreció y tuve que sentarme, por lo que él agradeció, y siguió tomando ron.
La verdad eso de los achaques no es algo que importe mucho cuando hay fuerza suficiente para dejarlo de lado. Él siguió a la sombra y yo seguí bailando con otro, a quien tuve que dejar también por mi malestar. El cierre del bar llegó, las luces se encendieron y, mientras estaba a la mesa sentada con mis amigos, pasó a darme la mano y las gracias por bailar con él -de nada-le dije... y al soltarme me había dejado una servilleta con su número telefónico.
Pudo hacer sido el amor de mi vida, no lo sé... la servilleta se llevó su número en mi bolsa cuando un ladrón se la llevó.
Pudo hacer sido el amor de mi vida, no lo sé... la servilleta se llevó su número en mi bolsa cuando un ladrón se la llevó.
 
 
No hay comentarios:
Publicar un comentario