Defecto.
Es mi error el sigilo
siempre ardo
SIEMPRE
me quedo quieta
esperando la lluvia
la clemencia de Dios.
Hay silencios que ahogan más que una nuez en la garganta
palabras así
atascadas
las manos oprimiendo el cuello
y en la asfixia el llanto brota
como grito
como auxilio entre silencio
a él que fue el asesino
a él que acribilló las palabras... 
pero los brazos ceden
el cuerpo se rinde
y el alma, sufriendo
se apaga.
 
 
 
          
      
 
  
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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