lunes, 13 de noviembre de 2017

Espuela.

Para qué escribir si ya se ha dicho todo del misterio
y la desolación de la brisa,
si ya han llovido tempestades que laceran las entrañas.

Para qué hacer un poema del olor de las flores
y las canciones que susurra el viento,
si las detonaciones nos han dejado sordos
y la pólvora se inhala hasta los sesos.

Para qué hablar del amor y sus efectos analgésicos,
de su felicidad inexplicable...
cuando hay amores que castigan en una vida 
los pecados de la humanidad entera.

Para qué hablar de desamor que tanto sofoca nuestras almas
y nos hace yacer en movimiento
pero sin sangre, ni muerte, ni desapariciones.

Quién ha de querer leer sobre unos ojos,
unos labios, 
unas manos 
que estremecen la quietud de la razón
haciendo cerros de algodón,
cuando hay ojos que lastiman,
labios asesinos,
manos heridas,
sueños que se olvidan.

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