Él era mar
con su espalda llena de olas
y su tacto que rompía mis fronteras.
Era humedad sofocante a mis veranos
y un arrecido suicidio en mis inviernos,
y, cuando me daba la espalda, yo huía al mar
a su mar
y me ahogaba en su inmensa indiferencia
y moría antes de llegar a las tinieblas
...mientras él dormía.
 
 
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