Encendiste la señal de alarma:
"me voy al fin del mundo"
y esta vorágine insostenible
se congela entre besos
sentenciados a la soledad.
Este cuerpo paranoico
ha empezado la evacuación,
desocupa las pasiones
y el trayecto de tus yemas
por los versos que escondiste entre mis poros.
Te veo acariciarme el sentimiento
y callo
la retirada de mi delirio
que grita la perpetua muerte
del poema que lleva siglos
intentando nacer
y muere en la catástrofe
de nuestras vidas indecisas.
 
 
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