sábado, 17 de noviembre de 2018
Inconmesurable.
Su recuerdo oculto,
anoréxica belleza
las calles enarenadas de soledad
un río que está seco
y sus peces fósiles de ausencias.
¿Por qué añorar un lugar que en su aridez sólo encierra vacío y monotonía?
Mi rancho es un motel de paso
donde los que han perdido todo
se quedan y trabajan
y los que han tenido todo,
se quejan y se largan;
porque los hombres no soportan el verano
y las nubes no condensan su caricia.
En mi rancho te enterregas los zapatos
y hasta el pensamiento si te dejas,
mi ranchito no es para cualquiera,
sino pieles fuertes inderretibles al sol
y bocas húmedas que no buscan corazón.
Te congela si no tienes suficiente candor
y te enceniza el alma si no conservas hielo en tu interior.
Lejos del invierno envenenado
y el verano mustio
que marchita a fuerza a los ajenos,
el recuerdo de la abuela me embiste,
pero ya no anda cojeando en la cocina
y las botas del abuelo ya no pisan los trigales;
lagunas de arena soledades humedecen
y el mezquite horripilante
da sombras para nadie,
porque a nadie necesita
sino a ésa, la que nunca viene
y cuando viene, lo rompe, lo tira y se va...
y las cachoras
trepan bardas hirvientes que no dan asco
y los matavenados que ya ni miedo,
mueren de humedad.
Infierno bendito
¡te han despojado las ciudades!
yo volveré a tu recuerdo
volveré siempre a tus caudales.
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