martes, 1 de abril de 2014

Final sin despedida.

Eran las 11 de la noche, despertó de entre sus sueños, somnoliento y con la luz que entraba por la ventana la miró levantarse y abrigarse, estaba de espaldas; regresaré pronto amor, dijo -le besó los labios y uno mas en la frente- no te levantes, yo cierro la puerta, descansa. Él sabía que esa era la última vez que se cruzaban sus miradas, ella se dio la media vuelta y cerró la puerta de la habitación, la escuchó bajar las escaleras, cerrar la puerta de la casa y cerrar el cerco. En ese instante la habitación se hizo más grande, la obscuridad tuvo luz y la melancolía le acurrucó para dormir.

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