Crónica de un sueño pesadilla.
Estaba
sentada en una silla leyendo un libro frente al mar cuando empezó a temblar, la
alerta de tsunami se activa y todos corren a refugiarse, yo tomo mi mochila y
trepo hasta lo alto de una palmera. Pasan algunos minutos y veo como se acerca
el mar enfurecido, pero el agua no me logra alcanzar, veo a otros que no
tuvieron suerte cuando el mar los abate. Espero y vuelve a temblar, pero la
soga que me sostenía se zafa y yo al fondo voy a dar.
Despierto,
está anocheciendo, las luces de bengala rojas están en el cielo, a mi panorama
los soldados empiezan a llegar y empieza el caos;  mis demás compañeros corren, agudizo mi oído: “no
corran compañeros” grita el megáfono desde el edificio Chihuahua, y los cuerpos
empezaron a caer ante el sonido de las metrallas.
Los veo
desde la entrada de algún edificio, no sé dónde estoy, algunos vienen cargando
heridos otros vienen intentando salir del edificio, ya sé en dónde estoy. Sé
qué sigue, ya lo leí: nos van a matar a todos, no hay manera de salir, mañana van a
limpiar los edificios aledaños. Estoy corriendo entre la multitud. Estoy en
todos lados, en la explanada, con la alfombra de sangre, en el convento apenas
los están matando, en edificios vecinos están escondidos. Regreso, aquí no hay
soldados, muchos andan descalabrados y entonces los demás que están en esa sala
empiezan a caer, yo recargada en la pared lo veo de espaldas, veo su mano izquierda
con un paño blanco, ya sé quién es; se voltea y me mira, despierto.
2 de
octubre no se olvida, ¡cómo no! hace un año (2014) mis compañeros de la escuela
no sabían qué pasó aquél día.
Despejo mi mente, otra vez duermo.
Despejo mi mente, otra vez duermo.
 
 
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