martes, 6 de diciembre de 2016

La cagada de miedo, o la costumbre de huír; los estándares altos, o la sed de romanticismo...o tus ojos de asco, no...tus ojos no pueden hacerme éso. Pero el recuerdo de tu mirada sí.

A veces no sé lo que hago porque hago las cosas en automático.
Besarte, por ejemplo.
Los cuerpos estaban sumados, las caderas se movían como hacía mucho tiempo no; tus manos en mi cintura, tu boca se acercó a mis labios... y en automático te besé.
Te quise de igual manera, en tu piel me acurruqué, te vi dormir como cuando los gatos roban el alma y te empecé a querer... en automático.
Si hoy me alejo porque me estoy enamorando es porque a veces no sé lo que hago... y hago las cosas en automático.

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