Yo lo confieso:
me he tirado a la soledad...
lo hice con unas ganas añejas,
y la pasión desmedida.
Sí, anoche la hice mía
como adolescente dentro de un coche,
a esa soledad con que gemía.
Le mordí los besos,
le arrebaté el aliento,
le besé el cuello,
y entre jadeos y falta de oxígeno
bañé a la soledad con mis adentros.
Y en su quejido desvanecido
                 mi amada soledad
me dejó en un abismo
de cálidas ausencias
y aquí estoy yo muerta
... y sin soledad.
 
 
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