Lamento la ausencia de bendiciones
                                    no, no lo lamento
son las fracturas de mis blancos recuerdos
las que se llevaron todos los lamentos.
Y no maldigo, ni perdono, ni olvido
pero hace veinte años que no sonrío
Yo no juzgo, no podría, pero
¿por qué la vida castiga así a un niño?
La basura de la mente es inocente
la vida es sabia con lo que pone enfrente
¡Vida pendeja!
¡Qué va a saber la vida!
que nunca ha sido niña
si no le han manchado la pureza
¡Qué va a saber la vida de la inocencia putrefacta!
si nunca metieron mano en su calzoncito de olancito
¡Qué va a saber la vida de monstruos  retrasados!
si no rompieron sus juegos buenos con un tequiero frotado
¡Qué sabe la pinche vida, tan sabia, tan buena, tan plena!
de los sueños atajados y flagelados con el paso de los años
con un jadeo que a los veinte años se ahoga llorando:
los silencios de un jueguito que aun le parece extraño.
 
 
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